Apareces cada vez que no deberías.
Regresas como una tormenta, de golpe, sin cielo gris, sin avisos.
Destruyes lo que no queda, vacías el vacío.
Apareces cada vez que no deberías.
Y, si no lo haces, invento un recuerdo, lo reescribo, le pongo tu nombre.
Me lamento con placer y abro la herida buscando un dolor nuevo más profundo.
Sé, que solo apareces para que no te olvide.
No es lo que te tiene aquí mi masoquismo, no.
Eres tú el que tiene miedo de perderse entre mi olvido.
p.
miércoles, 11 de julio de 2012
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